Amoniaco: El olor de un reto

Amoniaco: El olor de un reto  

Al visitar una sala de máquinas de una planta que utiliza amoniaco como refrigerante es inevitable pasar la experiencia de sentir el aroma agudo, penetrante y picante del amoniaco, en pocas palabras, es un olor desagradable. El amoníaco se forma continuamente en la naturaleza en las putrefacciones de sustancias nitrogenadas de procedencia animal o vegetal y pasa a los suelos o al aire.

El amoníaco es una valiosa materia prima para la fabricación de numerosos productos de la industria pesada, o sobre todo ácido nítrico y sus derivados, sosa, urea, sulfato amónico y otros abonos orgánicos e inorgánicos, especialmente abonos compuestos, de igual manera es el ingrediente más común en las soluciones para limpiar los vidrios, baños y habitaciones de enfermos, y en su forma más concentrada una inhalación estimulante de amoniaco puede reanimar a una persona de un desmayo.

Es un gas natural, incoloro de formula química NH3 y debido a que es un componente abundante y económico, por casi dos siglos se ha empleado como un refrigerante. Hoy en día el principal uso del amoniaco es en almacenes frigoríficos, en plantas lácteas y en general en plantas procesadoras de alimentos.

Una de las grandes ventajas del amoniaco como refrigerante es que es el único refrigerante comúnmente utilizado hoy en día que es seguro para el ambiente, pues se recicla rápidamente en la atmósfera por lo que no contribuye al incremento de las tan dañinas radiaciones ultravioleta. Y no es un gas invernadero que contribuya al calentamiento global.

El amoniaco es muy económico puede llegar a ser hasta 25 veces menos caro comparado con otras alternativas de refrigerantes y el precio es muy estable. Como el amoniaco es más denso que los refrigerantes fluorocarbonados comparativamente se requieren menores cantidades para una instalación de un tamaño dado, además de que las tuberías son más pequeñas y de acero, el cual es menos caro que el cobre usado para otros refrigerantes comerciales.

Pero no todo lo que brilla es oro y uno de los inconvenientes del amoniaco es que en cantidades muy grandes resulta ser tóxico al ser inhalado. Se disuelve en agua, incluyendo el agua que tenemos en nuestros pulmones, en las mucosas nasales y el globo ocular (es decir en los ojos).

En donde quiera que se usen cantidades muy grandes de amoniaco se requiere ser muy cuidadoso en las precauciones que se tomen y hacer énfasis en la educación del manejo de las instalaciones con amoniaco (capacitar) y resguardar el personal que trabaja en el área así como aquellos, que sin tener que ver de manera directa con el manejo del amoniaco, se encuentra laborando en espacios circunvecinos como lo pueden ser áreas administrativas.

Con las precauciones adecuadas, los beneficios del amoniaco son obligatorios así que continua siendo el refrigerante elegido para grandes instalaciones.

Hoy en día, las regulaciones locales y normas de seguridad industrial solicitan medidas efectivas que garanticen la seguridad. El olor distintivo del amoniaco lo convierte a si mismo en un sistema de alarma cuando ocurre una fuga.

Es importante estar actualizado en la normatividad y los códigos que rigen la seguridad respecto al amoniaco. En este sentido se vuelve una prioridad asistir a los congresos y seminarios que promueven los más recientes avances en el diseño de equipos, sistemas de refrigeración así como los dispositivos detectores de fugas.

Hay peligros inherentes en el uso del amoniaco como refrigerante pero son bien cubiertos por las normas de seguridad. La capacitación, sobre todo de los recursos humanos, es la respuesta a la necesidad que tienen las empresas de contar con un personal calificado que responderá de manera pronta y adecuada a las contingencias que se pueden presentar.

La capacitación a todos los niveles constituye una de las mejores inversiones y una de las principales fuentes de bienestar para el personal y la industria en general.

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